Texto completo de la historia de la actual Bodega Municipal, escrito por Carlos Martín Serrano
1. Prolegómenos.
Todo comenzó, por las protestas de unos vecinos, los mismos que viven justo encima de la bodega. Veían como con el paso del tiempo las humedades destrozaban sus viviendas. Pensaron desde un primer momento que las humedades venían de la bodega, y cuando reclamaron al dueño de la misma no apareció. Fue entonces cuando la Asociación Amigos de Madrigal, con su presidente Carlos Martín a la cabeza, comenzó a recavar información de la misma.
En verano del 2011 armados con linternas hicimos una inspección ocular de la misma, y quedamos sobrecogidos, el agua de tuberías rotas manaba por sus paredes, y gran parte de los muros se estaban deshaciendo, dejando a las bóvedas de ladrillo arrancando en el aire, sin ningún elemento que las sustentase, un verdadero milagro. La asociación recopiló información de la bodega y ante nuestra sorpresa descubrimos gran cantidad de datos importantísimos, uno de ellos que la bodega no tenía dueño, en el registro de la propiedad nadie aparecía como titular de la misma. Con esto y otros datos escribimos al ayuntamiento de Madrigal para que tomase cartas en el asunto, pues existía gran peligro de derrumbe de la bodega, y si esto se producía las casas de los vecinos seguirían a la misma en su caída.
Felizmente el ayuntamiento de la villa se hizo cargo de los arreglos en la bodega, que no solo consistieron en su consolidación, sino que recuperaron los tres cañones existentes disponiéndolos para el uso al que fueron concebidos, es decir, criar vino verdejo de Madrigal en sus entrañas (ver noticia de la inauguración).
2. Historia de la Bodega.
Estamos ante una bodega monumental, por sus trazas y elementos arquitectónicos, a la par que histórica por la cronología de su construcción, y la datación milimétrica recogida en los libros de fábrica conservados por la Provincia Agustiniana de Castilla.
Los frailes del Convento de San Agustín Extramuros de la villa de Madrigal poseían riquísimas extensiones de viñedos o majuelos, como se les conocía desde entonces. La variedad trabajada era la verdejo, que gozaba de gran prestigio desde siglos atrás. Cuando las bodegas del convento se quedaron pequeñas para albergar la producción del vino, los frailes decidieron construir unas nuevas, mas grandes y mejor comunicadas. Para ello eligieron la zona alta del pueblo, junto a la Puerta de Medina, al pie de la ronda de la muralla. Dicha zona tiene una peña fuerte y sana, exenta de humedades, que permite realizar construcciones como esta. A su vez dicho terreno les permitió construir el lagar justo encima de la bodega, para poder ahorrarse costes de transporte. De tal modo que desde los distintos majuelos la uva era transportada en carros hasta el lagar de la “carra Medina”.
El mosto caía por unos conductos que aun se conservan en parte hasta la bodega, el cual era introducido en las barricas grandes en los que fermentaría para convertirse en vino. Las zarceras en esta bodega cumplían una doble función, por un lado permitían el flujo de aire necesario para la conservación de la bodega, por otro hacían de chimenea para las hogueras que se realizaban para subir la temperatura bruscamente, dando inicio a la fermentación.
Una serie de vigas se han conservado en alguno de los cañones, gracias a ellas con el empleo de sogas se le daba la vuelta a las barricas. Es de destacar que en la gran bajada desde la puerta de la bodega a los cañones no existe ni un solo escalón, se construyó así para facilitar el tránsito de animales de carga como burros. Las puertas internas tienen los cuarterones abiertos para permitir el paso del aire du unas estancias a otras.
Cuando los frailes acometen la construcción, lo hacen partiendo de una bodega ya existente, según nos cuentan en los libros de fábrica en 1732. Tenemos pues retratado el mas antiguo de los cañones, al que podríamos denominar como “el Gótico” por su bóveda apuntada que anuncia una construcción medieval. Es probable que dicho cañón pertenezca a los siglos XV- XVI.
Como hemos dicho la construcción de la bodega que hoy vemos, sin contar el Cañón Gótico, comienza en abril de 1732. En mayo de ese mismo año se pagan 47 reales por abrir el pozo que se encuentra en la bajada. Dicho pozo es el que va a dar la información de si el terreno es bueno y de si el agua mana. Si el agua mana de la peña es imposible seguir profundizando, pues los cañones quedaría anegados en los meses de las lluvias. Es una vez excavado el pozo cuando se da vía libre al proyecto, y así en los siguientes meses se comprarán tejas, ladrillos, madera, cal, hierro y adobes para la construcción.
Es interesante que aparecen por primera vez dos personas en los trabajos, se trata de Manuel Antares y Felipe, a los cuales se les paga 656 reales en concepto de jornales. Ambos trabajaban por entonces en la construcción de lagar, que es la vivienda que hoy en día se puede apreciar al pie de la puerta de Medina. Es muy importante el dato de que ya en tan solo cinco meses, en concreto en el mes de septiembre aparece un cañón terminado, dándonos las medidas, que son de 190 pies, lo que traducido a nuestros días nos daría el tamaño de una superficie de 18 metros de largo por 8 metros de ancho. Este dato nos da muestras de la premura con la que se trabajaba. En el siguiente año de 1733 seguirán con los pagos , aportando el dato de que el lagar se presupuestó en 2800 reales, y así pagan de nuevo a Felipe 461 reales como parte del pago del mismo.
En febrero de dicho año sabemos que el lagar y la escalera de bajada de la bodega ya estaban concluidos en su exterior, a tenor de que se compran las cerraduras para las puertas de los mismos. En septiempre ya están montando las tinajas y las cubas que albergarán el preciado verdejo. Un echo curioso es que a la vez que se están construyendo cubas y tinajas otros jornaleros siguen a lo suyo, es decir, ahondando la bodega mas y mas.
Tenemos que remontarnos a 1737 para datar los “cuatro arcos grandes” que se realiza en el cañón que está bajo el lagar, de los que tomará su nombre, el Cañón de los Arcos. En 1751 los frailes pagan 800 reales por alargar 22 pies lo que ellos llaman como el Cañón Chico”. La última fecha que aparece en la cronología de la construcción de la bodega de los frailes es el año 1766, teniendo pues la referencia de que las obras duraron 34 años nada mas y nada menos.
3. La bodega de los frailes y el catastro del Marqués de la Ensenada (1751).
Comienza el catastro enumerando a los 42 frailes y 12 criados que pertenecían al Convento de San Agustín Extramuros de Madrigal, en aquel en que muriese el gran Fray Luis de Leon.
Y al hilo de nuestra historia en dicho catastro aparece “una casa lagar situada en la carra Medina... y una bodega soterriza intramuros de esta villa con tres cañones y en ellos 12 vasos de cuba de cavida todos ellos de 2500 cántaros”. Es este el documento que permitió conocer a qué bodega nos enfrentábamos y el que nos puso en el rastro de los demás. En el refiere que los frailes por aquellos tiempos contaban con tres majuelos, “uno camino de palazuelo con 17600 cepas. Otro camino de Horcajo con 13200 cepas, y otro camino de Blasconuño con 8400 cepas”. De ahí la gran bodega que tuvieron que construir.
4. Desamortización de Mendizábal y abandono de la bodega.
En 1836, el monasterio de Extramuros junto a sus posesiones es desamortizado, comenzando la ruina de la bodega y perdiendo el uso para el cual fue creada. Como nos muestra Jesús Gascón en su acertada tesis, la bodega salió a pública subasta en dicha fecha. A raíz de ahí la identidad de la bodega se pierde, queda olvidada para las gentes de Madrigal. Las generaciones pasan sin saber que esta bodega perteneció un día a los frailes del Extramuros.
Solo ahora, podemos afirmar que con la iniciativa de la Asociación Amigos de Madrigal, y el buen hacer del Ayuntamiento de la villa, Madrigal de las Altas Torres vuelve a rescatar para la historia a la vieja bodega olvidada, que pasa a ser de nuevo conocida como la bodega de los frailes.